miércoles, 25 de julio de 2007

ÍNDICE:
1. Evolución del Liberalismo.
2. Haciendo un poco de historia.
3. Acertamiento al pensamiento liberal de Locke.
4. Derecho a la Propiedad.
5. De la sociedad política y civil.
6. De la tiranía.
7. El Liberalismo.
8. La Realidad en el s. XX.
9. El liberalismo frente al s. XXI.




EVOLUCION DEL LIBERALISMO


El liberalismo se podría entender como una filosofía política construida sobre un proyecto de sociedad determinado. Nace del sentimiento profundo de libertad que cada ser lleva en sí; sentimiento implícito en su propia naturaleza. No es una forma de vida creada espontáneamente a partir de deseos bien intencionados; es algo que se construye progresivamente desde que el hombre toma consciencia de sí mismo para posicionarse frente a los demás. Y ya desde tiempos remotos, ese sentimiento, de manera empírica, a través de la experiencia colectiva irá maquinando una ingeniería política capaz de conciliar sus dos vertientes polarizadas: la de individuo y sociedad, y así evolucionar positivamente dentro del mundo al que pertenece.

El liberalismo se basa en la experiencia histórica rica en matices entorno a las ideas de libertad sin perder de vista la controvertida condición humana.

Con el paso del tiempo el hombre desarrolla el sentimiento de especie, se hace genérico, y en sus deseos de libertad, aprenderá que no puede serlo si no es dentro de una sociedad libre, solidaria y justa. Sabrá que, por el hecho de vivir en sociedad, deberá compartir espacios de libertad comunes, de uso obligado, y que en algún momento estas libertades podrán vulnerar sus libertades más íntimas. Lo difícil para él, será conciliar sus dos espacios ya inseparables: como individuo y como sociedad.

El liberalismo es una obra política dinámica, cuyo contenido, además de defender el derecho a la libertad, contiene los pensamientos universales del Humanismo, para abocar en los valores de libertad, igualdad y solidaridad plasmados en la Revolución Francesa del 1789. Tampoco se debe omitir la importancia que tuvo la Ilustración, un siglo esencialmente prolijo en científicos, librepensadores, e incluso, desde la misma Iglesia se reivindicaría el derecho al pensamiento libre. La razón se polariza frente a la mística religiosa abstracta.

Y dentro de las corrientes de pensamiento, muchos políticos, científicos y pensadores entrarán a formar parte de la mística masónica, arraigada en los valores del Medievo, con la intención de poner sus conocimientos al servicio de la Humanidad y construir un mundo mejor. Un mundo mejor: libre, solidario justo y racional. La racionalidad al servicio del conocimiento, después de haber construido las grandes Catedrales, cuyos resultados parecen más propios de la fantasía que producto del conocimiento aplicado; basado en una realidad herméticamente objetiva.

De la misma manera, la sociedad deberá construirse teniendo en cuenta las leyes naturales del individuo, y no crear sociedades contra-natura para su condición, de lo contrario, en un tiempo más o menos largo, el resultado será un fracaso, tal como lo viene demostrado la historia en aquellos sistemas políticos donde la libertad ha sido la gran ausente.


HACIENDO UN POCO HISTORIA

El liberalismo como expresión de libertad, se inicia cuando el hombre toma conciencia de su vulnerabilidad frente a la sociedad. Será Aristóteles quien tendrá mayor influencia en el pensamiento occidental; pero, es en el siglo XVII cuando la libertad es el revulsivo contra las monarquías tiránicas del momento. Es en Inglaterra donde aparece el primer movimiento liberal en tanto que fuerza política (Whig). En oposición a los conservadores, que apoyan el orden establecido de la monarquía absoluta (Tory). Se aspira a unas monarquías parlamentarias, las únicas capaces de garantizar las libertades de los nuevos individuos conscientes de sus derechos.

El nuevo hombre necesita libertad para evolucionar realizándose, y esta frase está llena de contenido. La realización no es más que la experiencia del crecimiento individual sin límites; solo se aceptan las barreras con las que se topa el conocimiento. El hombre necesita poner a prueba su inteligencia y experimentarse es lo que da sentido a su vida. Y cuanto mayor es la inteligencia de un individuo, o de una sociedad, mayor libertad necesita.

El concepto de derecho natural se traslada de Grecia a Roma, para luego pasar a extenderse por Europa. Es una hermosa semilla que dará frutos tardíamente, lejos en el tiempo. Con la caída del imperio romano, paradójicamente, los bárbaros darían una avanzadilla en la conquista de las libertades. Desaparece el derecho de vida y muerte sobre las personas, y se abole la esclavitud; cosa que el derecho romano contemplaba. La mujer adquiere mayor protagonismo en la sociedad. Desaparece la figura de esclavo por la de siervo, y a pesar de que generalmente se confunden ambos conceptos, existe una diferencia formal muy importante: el esclavo es objeto de derecho, mientras que el siervo es sujeto de derecho. No deja de ser un paso fundamental en la conquista de las libertades.

En una sociedad esencialmente agrícola, como ocurre en la alta Edad Media, es imprescindible garantizar las cosechas; el siervo cultiva la tierra, el señor la defiende de las agresiones y de las invasiones. El siervo no es un esclavo del señor, en cierto modo es un esclavo de la tierra. Y, si el señor no podía expulsar al siervo de la tierra que trabajaba, el siervo tampoco podía abandonarlas, y aunque no poseía títulos de propiedad sobre ellas, eran heredadas por sus hijos para seguir siendo trabajadas, y nadie podía impedir que así fuese: se adquiere un derecho hereditario de hecho.

En los primeros tiempos, las comunidades feudales se basaban sobre unas normas elaboradas dentro de la misma comunidad, y eran consuetudinarias, es decir, basadas en las costumbres. Se elegía al rey o al jefe en una asamblea multitudinaria por aclamación. Entonces la monarquía no era hereditaria, aunque sí lo sería más tarde. En suma, es una comunidad con restricciones de libertad por necesidad de sobrevivencia, pero, que en cierto modo era electiva, y en cierto modo elegían las normas por las que iban a ser gobernados; había una relación entre gobernantes y gobernados.

San Isidoro de Sevilla ilustra muy bien con una frase el sistema monárquico de la época: “Las leyes obligan a los príncipes”, y si las leyes se basan sobre las costumbres, y estas eran defendidas en los Consejos por los Señores Territoriales, se supone que los gobiernos eran en cierto modo concertados. Las complicaciones aparecen cuando los reyes adquieren más territorio y acumulan más poder, y como
consecuencia, el distanciamiento de los súbditos también es mayor. La persona se convierte en una abstracción numérica, cuantificable, cosificada. A medida que las monarquías son más poderosas, mayor es la opresión sobre sus súbditos. El estado seguirá siendo feudal, pero en la baja Edad Media las relaciones entre gobernados y gobernantes cambiará a favor de las clases dominantes, lo mismo que ocurrirá con la Iglesia. Es un periodo de regresión para las libertades.

En la baja Edad Media aparece una nueva clase: la burguesía, que jugará un papel importante en la evolución del liberalismo. Los burgueses en sus inicios son mercaderes ambulantes que se instalan extra-muros de las ciudades para ofrecer sus mercancías; disponen de capacidad de movimiento para ir y venir a cualquier lugar. En España los burgueses son gentes libres, francos, que provienen de otros países y se instalan en las ciudades por las que atraviesan los peregrinos con dirección a Santiago de Compostela. Estos, al origen, son inmigrantes que obtienen un estatus especial de franquicia que les emancipa de pagar los derechos señoriales a los que estaba sometido el pueblo. Los burgueses, una vez alcanzado el poder económico, aspirarían a conseguir el poder político, un terreno que les estaba vetado, ocupado por una nobleza especialmente militar, rancia e inmovilista.

Se abría un campo de confrontación entre una joven burguesía, rica, dinámica, ilustrada, moderna, frente a una nobleza empobrecida, con poca imaginación para afrontar los retos de una sociedad cambiante, esencialmente rural y militar que pedía transformaciones. La burguesía, pudiente económicamente, se orientó hacia los negocios y las profesiones liberales, dedicados al estudio de la filosofía, y de ahí a la política. El liberalismo le daba la oportunidad de integración social, y llevar a cabo sus aspiraciones; la Revolución Francesa se le dominaría: Revolución Burguesa.

Por otro lado, como tan bien define F. J.: Fortuny: “Entre las iglesias y los castillos, entre los monasterios y los palacios medievales de aquellas épocas oscuras (Edad Media), brotó una nueva luz, una corriente ideológica, la Escolástica, que florecería en las recién creadas Universidades y supondría un nuevo amanecer en la Historia del Pensamiento”.

El pensamiento medieval está en manos de unos pocos, generalmente se encuentra en los conventos, pero se trabaja intensamente, se piensa más que se actúa, pero la senda está trazada, se abre el debate intelectual en torno al lugar que ocupa el hombre; aparece el Humanismo.

El Humanista enlaza con el mundo antiguo para reconstruir su presente y su futuro. Ya Leonardo da Vinci diría al respecto, que el hombre era el modelo del cosmos. Al hombre de la Edad media lo que más le interesaba era su salvación, en cambio en el Renacimiento se le da mayor importancia al prestigio, tiende a ser universal, dominar todas las esferas del conocimiento, por lo que necesitará libertad para expandirse. Pero esa libertad se encontrará obstaculizada por los poderes crecientes de las monarquías y de la Iglesia.

En el siglo XVI el Humanismo decae, pero no cabe duda que ha transformado la cultura europea, haciendo posible la renovación de los siglos XVI y XVII, se abre el camino hacia las utopías. En 1514 aparece la imprenta dando un gran impulso a la divulgación de las ideas. La nueva ciencia no tardará en entrar en conflicto con las tesis de una iglesia poderosa, que en contraposición se hace más conservadora, con consecuencias nefastas para quienes osan exponer sus nuevas ideas, ya sean científicas o políticas: Galileo, Llul, Bruno, Servert… El conocimiento se rebela ante los obstáculos que ponen freno al avance de la ciencia, la respuesta por parte de los poderes establecidos, será contundente y represiva: aparece al Inquisición.

En el Renacimiento, lo medieval sigue en cierto modo presente en varios aspectos, sobre todo en lo político. Son los monjes de la alta Edad-Media, únicos letrados que mantuvieron los textos de los antiguos, sirviendo de puente entre el mundo clásico y el mundo moderno. En España, a través del cordobés-musulmán Averroes (1.126-1.198) se introducen los textos de Aristóteles físico y metafísico. Más tarde, los Franciscanos se inclinarían por la línea neo-platónica y los Agustinos por la aristotélica; aparecen disensiones entre ellos. El pensamiento político estaría en las mentes pensantes, y ya, hacia 1.312, Marsilio de Padua, rector de la universidad de París, se expresaría en estos términos: “El pueblo conserva la soberanía sin cederla del todo a los gobernantes, a los que puede deponer si no cumplen con la representatividad. Y esos gobernantes, incluso el monarca, han de ser elegidos por el pueblo”. Hay similitud con los poderes controlados de las actuales democracias. En
esa misma época, Marsilio de Padua y Ockham piden la separación entre la Iglesia y el Estado.

Las órdenes religiosas han sido detentoras de la cultura de los XV primeros siglos, y no es de extrañar que desde la misma iglesia se tomaran posturas contra la arbitrariedad de los poderes tiránicos, vinieran de donde vinieran, porque solo en libertad se avanza en el reto con la vida, algo muy importante para el periodo humanístico, en que se exalta la importancia del hombre.

Es en Inglaterra, en el siglo XVII, durante un periodo de agitación política y de intolerancia religiosa, que se acentúa la repulsa a la opresión monárquica. Carlos I será ejecutado, poniendo fin por algún tiempo al absolutismo. En 1.632, nace John Locke, considerado como el padre del liberalismo. Escribe un libro titulado: Ensayo sobre el Gobierno Civil, que se convertirá en un clásico del pensamiento liberal, y aunque todas las ideas no son originarias de él, sí sabe articularlas y razonarlas; es de hecho una recopilación y desarrollo del pensamiento liberal de su tiempo, a la manera anglo-sajona. Él mismo se consideró liberal y participó activamente en política. Locke ayudó a Shaftesbury a redactar la constitución de Carolina, hoy Estados Unidos. Tras la muerte de Carlos II le sucede su hijo Jacobo II, que impone en Inglaterra el sistema de monarquía absoluta, al estilo de los Estuardo, poniendo en práctica la intolerancia religiosa. Jacobo II es obligado a abandonar el poder que recaería sobre Guillermo de Orange exiliado en Holanda, amigo y protector de Locke, del que éste pasaría a ser Consejero. Se puede decir que Locke compaginó los intereses intelectuales con los políticos, llevando la teoría a la práctica.

ACERCAMIENTO AL PENSAMIENTO LIBERAL DE LOCKE

Considerando que Locke es un filósofo, que se apoya en la tradición Humanista y Renacentista, ya a las puertas del siglo de las Luces, no es de extrañar que su línea de pensamiento fiel a los valores medievales se transmita a través de las tres premisas clásicas: el derecho natural, el estado de naturaleza, y la ley natural. Locke tiene además la originalidad de introducir el concepto de propiedad y la habilidad de hacerlo compatible con lo que aparentemente parece contrario al derecho de igualdad. La sociedad cuando pasa de ser rural a urbana se complejiza, por lo que es necesario introducir nuevos conceptos que den respuesta a las nuevas necesidades sociales que aparecen. Las grandes urbes ejercían un gran atractivo para cantidad de personas sobrantes en los medios rurales, pero no harían más que incrementar los problemas en una sociedad sin organizar y abandonada a ella misma, en base a unos principios abstractos, que desembocaban por primera vez en una teoría política
dispuesta a ser llevada a la práctica.

Para Locke, el derecho natural es un exponente claro de la libertad individual como bien inherente a la condición del hombre. El estado de naturaleza no es más que el derecho a salvaguardar la integridad física, incluso mediante la violencia como medida de supervivencia cuando las agresiones son contra la persona o la propiedad, (lo que denomina estado de guerra), y la ley natural, como el derecho a ejercer esta violencia en el momento cuando se produce esta agresión, ya que el juez interviene con posteridad al hecho, y mientras tanto la vida puede estar puesta en peligro, y la pérdida de la vida es un bien irrecuperable.

DERECHO A LA PROPIEDAD

Derecho natural, estado de Naturaleza, Ley Natural son términos propios del individualismo, pero el hombre que vive en las urbes necesitará un Derecho Positivo, para la colectividad, que regule la convivencia al tiempo que respetará en lo particular los derechos individuales. Pero Locke irá más lejos, elevando el concepto de propiedad al rango de derecho. Para él, cuando un producto de la naturaleza se encuentra al estado salvaje, éste es un bien común, pero cuando el hombre, trabaja cualquiera de estos productos, o los transforma, éstos, pasan a ser de su propiedad. El aporte del trabajo o la creatividad le hace dueño de ese esfuerzo añadido al producto. Si su persono es una posesión suya, todo lo que se deriva de sus aportaciones personales es suyo. Un producto transformado se convierte en algo privado, no tanto por el valor del producto originario sino por la parte creativa de la persona que lo transforma. La creatividad se considera como un bien individual, abstracto y complejo que estará presente en las futuras sociedades. El trabajo en sí pasa a ser un bien acumulativo e intercambiable. El trabajo adquiere título de propiedad en beneficio propio, que bien se puede intercambiar mediante el trueque o de dinero como valor de cambio.

Locke pone restricciones al concepto de propiedad. Cuando se trata de tierras dice que no se debe sobrepasar la capacidad de sus necesidades, pero entiende, que la complejidad también requiere nuevas apreciaciones. Considera que el trabajo es un bien compensable por lo que la esclavitud es inaceptable, porque además de violar la libertad del individuo roba su trabajo, es contraria a todos los derechos naturales.

DE LA SOCIEDAD POLITICA Y CIVIL

Locke es el primero que habla de la sociedad civil. Cuando un hombre entra a formar parte de una sociedad civil, cede su derecho natural de forma que sea el legislativo quien castigue las faltas cometidas contra la ley de naturaleza. Pero aclara que el legislativo debe estar apartado del ejecutivo, ya que si fuesen los mismos que dictasen las leyes podrían caer en la tentación de no obligarse a ellas. Se diseñan los dos poderes: legislativo y ejecutivo. Por esta misma razón las monarquías absolutas son incompatibles con la sociedad civil.

Locke habla también del poder federativo, que no es más que la capacidad de pactar con otras comunidades ajenas el derecho de hacer la guerra o la paz. De estos tres poderes: legislativo, ejecutivo y federativo, se inspiraría Montesquieu, aunque cambiaría el principio federativo por el de judicial; creándose los tres pilares sobre los que se asentarán las nuevas democracias. Los tres poderes deberán estar subordinados a la comunidad política, representada por una mayoría. El individuo traslada sus derechos naturales a la sociedad política, la que deberá vigilar que estos derechos se respeten tanto por los gobernados como por los gobernantes, ambos sometidos al imperio de la Ley. La Ley solo se cambiará bajo la aprobación de la mayoría, a la que se someten todos los miembros de la comunidad, incluido los poderes políticos. Se aspira a un gobierno de leyes, no de hombres.

DE LA TIRANIA

“… la usurpación es el ejercicio del poder al que otro tiene derecho, tiranía es el ejercicio del poder fuera del derecho, cosa que nadie debe hacer”. Es un error pensar que la tiranía es solo propia de las monarquías, puede ser ejercida por la apropiación indebida del poder de unos pocos, o por una sola persona. Cuando esto ocurre y se pide a los súbditos cosas que van contra los derechos naturales, tal gobierno se hallaría ilegitimado. Aparece el derecho de resistencia.

EL LIBERALISMO

La palabra liberal aparece en España en 1.812, hasta entonces se utiliza el término individual e individualista para determinar las libertades del individuo. El término liberal remplaza el de individualista dándole un carácter filosófico universal dentro del pensamiento político europeo, y a partir de ahí muchos partidos se definirían como tal.

Es conveniente diferenciar la evolución del liberalismo en Inglaterra y el de otros países del continente europeo. Aunque la evolución es parecida existen ciertas diferencias. Mientras que en Inglaterra se defiende a priori los derechos individuales y la tolerancia como medida de convivencia en una época de enfrentamientos religiosos, en Francia por ejemplo, se aboga más por las libertades sociales. En Francia la tolerancia religiosa es mal contenida, aparece un notable anticlericalismo, encabezado por los librepensadores de la Ilustración.

En España el liberalismo entra a través de los jansenistas y hace escuela en la Universidad de Salamanca, de la que se inspiraría la Constitución de 1812. El siglo XIX español es muy poco propicio a las ideas libertarias que vienen a través de los Pirineos, solo unos pocos ilustrados aprovechan la invasión de Bonaparte para ponerlas en manifiesto, siendo tildados de afrancesados. Ante el invasor napoleónico se proclamará un gobierno provisional del pueblo, llevándose a la práctica el modelo político liberal. El liberalismo español de las Cortes de Cádiz se topa con la hostilidad de la Iglesia institucionalizada, la sociedad española es una sociedad sometida a los poderes de la Iglesia y la Monarquía.
El pueblo estaba mediatizado por el espíritu de obediencia a los poderes. Nos encontramos ante un movimiento liberal de élite y de un movimiento anti-liberal de masas que lucharían juntos contra el invasor, enemigo común, aunque tuviesen diferentes fines. Mientras que el pueblo defiende su idiosincrasia incuestionable, los liberales se defienden del invasor traidor de los ideales liberales de la Revolución Francesa, con la esperanza de poderlos aplicar en España una vez los franceses vencidos.

Será el liberalismo ingles el que más puro se mantendrá en relación al iusnaturalismo, no se hará anticlerical, no entrará a enjuiciar la divinidad, eso hará parte de la libertad individual de cada uno en el ejercicio de sus libertades, solamente se opone a la tiranía organizada como foco de poder. El anti-clericalismo de los liberales franceses se radicaliza ante la intransigencia de los poderes eclesiásticos, aparece una dialéctica intelectual que llevará a Francia a altas cotas de ateísmo. Mientras que el liberalismo inglés pugna por las libertades individuales, controladoras del poder y de las leyes, el francés refuerza el Estado como dispensador de las libertades sociales y, desde él, garantizar las libertades individuales.

Se harán muchas críticas al liberalismo de Locke, pero hay que tener en cuenta que han pasado casi 350 años y sus fundamentos esenciales se mantienen inamovibles. Las principales críticas le vendrán del llamado liberalismo económico, cuando el principio de igualdad social no estará del todo definido.

Será en Inglaterra donde la revolución industrial tendrá mayor incidencia y como consecuencia mayor expectativas de trabajo. Comienza un gran éxodo del campo a las ciudades, aparecen grandes masificaciones en los suburbios, las condiciones de vida son precarias, la demanda de trabajo es superior a las ofertas, una gran parte de la población vive en condiciones infrahumanas. Se despierta la conciencia de lo social, pero los remedios son de lenta aplicación, por lo que es urgente aportar soluciones, la inestabilidad social es frecuente. La sociedad civil es participativa, se organizan los sindicatos, aparecen las cajas de ahorros, se fomenta el movimiento colectivista… El movimiento inglés no es anti-sistema.

El trabajador de la gran urbe solo dispone de la fuerza de su trabajo para adquirir los bienes de subsistencia, por ello necesita de los medios productivos de la industria y de los servicios que de ella se derivan. Consciente de su participación en el proceso de
producción, que con su esfuerzo produce riqueza, se posicionará reidivincativo ante un capitalismo en expansión.

Con el advenimiento de la revolución industrial se iniciará un largo proceso de confrontaciones nada fácil, de violencias, de luchas organizadas, de miseria humana expuesta a la avaricia de quienes solo ven en la explotación de la gente una manera de enriquecerse rápidamente. Por ello se hará necesario legislar los derechos de los trabajadores con el fin de darles la protección de la que carecen.

El trabajador inglés tampoco será anti-capitalista, reivindica el derecho a participar de los beneficios, un sueldo justo. Al cambiar su fuerza de trabajo por dinero mantiene el espíritu de propiedad lockiano. En la isla, el socialismo no tendría la aceptación que tuvo el socialismo en la Europa continental. Inglaterra no participaría en la primera Internacional Socialista, aunque sí fomentó y participó en las conquistas sociales de los trabajadores.

El pueblo inglés, mucho más receloso de su individualidad, buscará la igualdad ante la Ley y en su cumplimiento, no en la igualdad como algo igualatorio en toda la amplitud de la palabra, por considerar al individuo en sí, algo único e irrepetible con derecho a manifestarse en propiedad, aunque en lo social, irá creando los contrapesos compensatorios para aquellas necesidades básicas comunes: derecho a la educación, a la sanidad a la jubilación… que culminarán en el siglo XX.

No será lo mismo en la Europa continental, el principio de igualdad está más dirigido hacia lo económico. Los medios de producción están en manos del capital, el capital se convierte en una abstracción, e intelectuales y masa obrera se radicalizan ante ella. Las posturas se hacen beligerantes, las soluciones llegan mal y tarde, la urgencia de resultados prácticos crean el caldo de cultivo para las nuevas ideologías, que en cierto modo quieren cambiar la sociedad como única solución a los problemas que parecen endémicos. Se trata de cambiar la sociedad desde el Estado, mientras que la sociedad inglesa lo hace desde la sociedad civil.

LA REALIDAD EN EL SIGLO XX

En la primera mitad del siglo XX, se abre un campo para la experimentación de las ideas políticas llevadas a la práctica. Las sociedades se verán transformadas por las ideas revolucionarias. En 1917 se produce la revolución rusa. El comunismo se impondrá en Rusia y la llamada Europa del este. En Alemania, España, Italia… como reacción a los cambios tan drásticos que auguran las nuevas ideologías, aparecen dictaduras en un intento de renovar los valores conservadores y adaptarlos a las necesidades de una sociedad encrespada que pierde la paciencia y demanda cambios urgentes. Se da importancia al sindicalismo y a la reglamentación laboral, y se hará en base a unos supuestos intelectuales abiertos a la experimentación. Se proyectan planes de desarrollo. La masa obrera llega a concienciar a los movimientos políticos del potencial obrero como instrumento de creación de bienestar, inseparable del progreso de las sociedades industrializadas. En España, este periodo se inicia con
Primo de Rivera, más tarde con la dictadura de Franco, En Alemania con Hitler, en Italia con Musolini…

Pero el liberalismo se mantiene a pesar de todos los ambages. Son los países anglo-sajones quienes fieles a su tradición se convertirán en bastión del liberalismo, adaptándose a los tiempos, pero fiel al espíritu que le anima. El final del siglo XX verá caer el comunismo como una experiencia irrealizable, la teoría no se corresponde con la realidad del hombre. La libertad es lo que da sentido a la vida del hombre societario, sin libertad no puede haber estímulo, ni igualdad ni justicia. Hará falta más de cincuenta años para aceptar la inviabilidad de la teoría comunista.

El liberalismo irá evolucionando. La experiencia demostrará que el Estado no es tan buen gestor como se pensaba; que para distribuir riqueza es necesario crearla primero. Que hoy por hoy, es desde la sociedad civil que se genera la riqueza, y a partir de ahí, vía impuestos llenar las arcas del Estado. Que las coberturas sociales piden grandes partidas de dinero en sus presupuestos. Que los partidos socialistas ante la falta de recursos generan gran deuda pública, y que el endeudamiento como solución permanente empobrece al Estado; que el uso excesivo de impuestos destruye puestos de trabajo, y que un Estado pobre, sin recursos no puede ser protector. Se puede decir que a finales de siglo, con la experiencia de varios gobiernos socialistas, de los tecnócratas de la política y la obstinada realidad que nos demuestra que no se puede seguir por el camino equivocado, se irán marcando las nuevas políticas hacia el liberalismo como alternativa a las políticas inapropiadas.
También es cierto que las políticas a finales del siglo XX son otras que las del siglo XIX, no cabe duda que la historia se procesa.


EL LIBERALISMO FRENTE AL SIGLO XXI

A finales del siglo XX el liberalismo saldrá fortalecido, y verá como todas las aguas de las demás ideologías correrán por su cauce, demostrando que su filosofía es atemporal, su evolución empírica, no traumática, pero por ello no menos real. La Razón como cuarto elemento de la revolución francesa, se impone como concepto, se busca la verdad, la consonancia en lo conveniente. Hay leyes que no se pueden transgredir, la libertad como elemento esencial para los procesos creativos no se puede descartar; la creatividad es indispensable para dar soluciones a las complejas propuestas sociales. Las ideologías constriñen la libertad en la aplicación de políticas coyunturales, tan necesarias como reales. Al respecto se podría definir el liberalismo como una filosofía más que una ideología, y quizás ahí radique su vigencia. En Inglaterra el liberalismo inspira las Leyes, aunque no posee Constitución escrita; se mantiene el espíritu, mucho más maleable que la letra escrita, porque si se escribe, siempre queda algo por definir.

El siglo XXI se caracterizará por la racionalidad al servicio del conocimiento. Hubo una revolución industrial, una política, una social y la próxima que se anuncia es la revolución del conocimiento. El conocimiento también aplicado a las nuevas políticas.

El liberalismo de hoy, no tiene dificultad en compaginar el derecho de propiedad con el principio de igualdad, entendido como igualdad económica tal como lo interpretan ciertas ideologías, sin entrar frontalmente en contradicción, ya que nos encontramos en una sociedad cada vez más compleja dada la pluralidad de sus supuestos. Serán los impuestos, en cierta medida quienes vendrán a establecer los contrapesos económicos. El que más gana más contribuye, es una forma de compartir la propiedad, según el principio lockiano. Los impuestos vienen a hacer parte de los bienes de una sociedad que se quiere actual, libre, solidaria y justa. Ante principio de igualdad, el liberalismo defiende el derecho a ser diferente en el pleno ejercicio de sus libertades. Igualdad ante la Ley y las oportunidades, y diferencialidad en una sociedad libre, plural, abierta y de mérito.


Liria Lamiel politóloga